porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

2.9.13

Sueño negro

Tuve un sueño horrible. Había un golpe de Estado y los militares me perseguían. Vi a mi viejo llorando, con las manos en la cabeza, resignado. Mi papá, el fuerte, el que siempre encuentra una salida a todo. Nos vi encerrados, con un militar riéndose de nosotros a carcajadas de poder y con ojos que brillaban de dominación. Mi mamá, mis tíos, mi hermana, todos esperábamos en ronda a que el milico hiciera lo que quisiera. Que matara a uno, a dos, a varios, a ninguno. Nadie lo había mandado. A ese, no. Se estaba divirtiendo con nosotros, como un pibe que juega al Counter Strike.

Yo me escapaba. Sola, no me acuerdo cómo, con la culpa de haber dejado a mi familia atrás pero con la seguridad de que nada podía hacer por ellos. Huía por la noche, y de día me esforzaba por poner cara de normal cuando me cruzaba a algún uniformado verde (aún sin saber qué es "cara de normal"). No sabía en quién confiar, podían fusilarme en cualquier momento en cuestión de un movimiento de dedo y lo sabía, lo sentía, lo respiraba a cada paso que daba. Tuve miedo como nunca, ese miedo que excede a la palabra "miedo", ese miedo que jamás sentí, ese miedo que hasta decirle "terror" le queda chico.

Tuve un sueño horrible. Y lo más horrible no es el sueño, sino la realidad que supo ser para muchos alguna vez.

3 comentarios:

  1. Tuve un cosquilleo al final. No me voy a cansar de decírtelo, sos una genia.

    ResponderBorrar
  2. Me encantó, me encanta, sos muy grosa

    ResponderBorrar

Yo deslizo, tu deslizas, él desliza, ellos deslizan, nosotros deslizamos, vosotros deslizáis.