porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

13.9.11

Phoebe

Siempre creí que cada día que pasaba, cada hora o cada minuto vivido que quedara atrás, justamente eso: me abandonaba. Lo pasado, simplemente pasaba para amontonarse en lo que ya no era más. Para desaparecer. Para pasar del ser al no-ser en ese instante en el que ya los verbos en presente no me eran útiles para narrar el hecho en cuestión. 

Un poco por Hegel y otro poco por no querer resignarme a tener que resignarme, valga la redundancia, entendí que lo que pasa no desaparece, si no que uno lo incorpora. Se deshace en lo físico para ser adentro de uno. 

Ya no le tengo tanto miedo al paso del tiempo. Ya no creo más en "perder el tiempo". Nada se pierde, todo se transforma. Los segundos dejaron de ser segundos para ahora ser una huella más en mi piel.

4.9.11

Bariloche

Muchos consideran que es una más de esas vivencias superficiales de las cuales sólo te llevás recuerdos borrosos y ruidosos, deterioro en el hígado y un par de fotos con perros San Bernardo. Bueno, la verdad es que sí, te queda todo eso, pero también millones de cosas más que vengo tratando de poner en palabras desde que volví y la verdad se me está haciendo muy difícil.

Pasar Bariloche es caer en la cuenta de que terminás la secundaria y se viene todo lo otro. Pasar Bariloche es que eso que esperaste tanto tiempo, que aunque no sabías bien de qué se trataba te morías de ganas de vivir, quede atrás y ya no como un incentivo para seguir adelante. Pasar Bariloche es haber vivido un montón de cosas con personas que capaz nunca habías tenido relación y mañana las vas a ver en el colegio con otros ojos y con mejor onda, o quizás no, pero fue compartir un trago, dos, veinte, una previa, una risa, una caída, una pelea con otro colegio, un juego, un baile, un "uy mirá el chupón que te dejó", una charla profunda, o cualquier cosa.

Porque sí, en Bariloche pasa CUALQUIER COSA. Y no por eso es menos especial. Es indescriptible la sensación de lo vivido. Es genial percatarse de que no exageraban todos esos que decían que el viaje de egresados es lo mejor del mundo. Es una locura entender que viviste eso de lo que vas a hablar toda tu vida y te va a quedar por siempre.

Los que nunca fueron capaz piensan que exagero, y capaz los que fueron y la pasaron excelente también. No me importa. Ahora lo único que me queda son los recuerdos (algunos borrosos y otros cubiertos de nieve), fotos, la sensación hermosa de revivirlo al contar algo de Bariloche o escuchar los temas que pasaban todas las noches, un hueco en mi placard con la ropa que perdí, y la sensación de que aunque ya haya quedado atrás y no me quede "más que simplemente eso", lo cargo a mi mochila de vivencias, recordandolo siempre como de las mejores cosas vividas.

Gracias Bariloche.