porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

9.7.11

Antígona

No, no, no. Está de moda ahora. Los verdaderos revolucionarios se revuelcan en su tumba preguntándose dónde está el espíritu revolucionario de los que dicen tenerlo si son todos iguales y siguen una moda.

Toman el camino fácil creyendo que hacen lo contrario: simplemente dicen "no" y se dan media vuelta a aquello que acaban de negar, para seguir desaprobando cualquier cosa sin siquiera considerarla. Es sencillo decir que no: basta simplemente con mover la cabeza de un costado a otro y seguir de brazos cruzados dejando todo pasar. Tanto desestiman y reniegan propuestas y conceptos que se les va a contracturar el cuello por sacudirlo permanentemente de izquierda a derecha.

Decir que sí es arriesgarse, es jugarse; no es sólo inclinar la cabeza hacia el cielo y después hacia el piso repetidas veces. Aceptar es dar la palabra y llevar aquello como bandera; sostenerlo, respaldarlo. El que da el "no" pronuncia una palabra muy cortita y se acabó el problema para él. El que acepta no sólo dice "sí" si no que ahora tiene una responsabilidad.

El que niega todo está atrapado en la segunda letra de la corta palabra en cuestión; en un círculo, sin salida, repartiendo "no"s por costumbre, mirando con mala cara a todo, considerando que está manejándose según sus ideales y perdiendo de vista que no se le puede llamar "ideal" a ir contra todo. Prefieren vivir acorde a esa negación constante porque "es su ideología" cuando simplemente quedan contentos de su cabeza para adentro, porque el afuera sólo escucha una ene y una o.

"Para decir que sí, hay que sudar y arremangarse, tomar la vida con todas las manos y meterse en ella hasta los codos. Es fácil decir que no, aunque haya que morir. Basta con no moverse y esperar. Esperar para vivir, esperar hasta para que lo maten a uno. Es demasiado cobarde." Antígona, Anouilh.

Revolución ahora es decir que sí.

7.7.11

Catflower

Cuando me muevo mucho, me canso y cuando estoy quieta, me aburro. La lluvia de situaciones y emociones me tornan melodramática y de repente soy la protagonista de una novela. Escribo, lloro, escucho canciones, ya no aguanto más. La tormenta pasa y me envuelve la rutina y la nada, el querer escribir y no tener qué, la sensación de que la película de mi vida está en pausa desde hace tiempo.

Entonces para exteriorizar que no estoy muerta, escribo que no tengo nada para escribir. Recién iba a poner después de "no estoy muerta" entre paréntesis "al menos no corporalmente". Me encanta ser trágica y que ustedes crean que mi vida es alta novela. Lo más divertido es que a veces también me lo creo yo.

Igual me divierto, no se preocupen. En un tiempo voy a estar lloriqueando porque no aguanto todo lo que me está pasando y "qué lindo era cuando estaba tranquila".