porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

23.2.13

Hasta la próxima vez, mi viejo karma II

Esa noche no quise jugar nada en el casino, preferí darle suerte a un nuevo amigo de por ahí. "Blackjack" decía la señorita de la máquina a cada rato. Creo que estaba haciendo las cosas bien. Sin saberlo, porque no entiendo ese juego, nunca me preocupé por hacerlo. Al pasar un rato, después de observar bastante en ese lugar que creo que evidencia reacciones e instintos humanos olvidados y que sólo se despiertan allí, pasó a buscarme otro juego.

No aposté nada. Ya no. Tampoco nunca había entendido las reglas, el objetivo, ni siquiera quiénes jugaban. Siempre supe que eramos él y yo, pero de repente parecía que había más participantes, que iban y venían, pero me hacían perder; nos hacían perder. Sin apostar, ni se gana, ni se pierde; un juego se termina. Y esta vez, una vez más, terminó. Pero jura ser la última: no sólo ya no hay tablero, sino que no tengo ni ganas de jugar.

Viejo karma, ya no creo que haya próxima vez, en realidad. 

7.2.13

Los que no podían besar tranquilos

Erase una vez en el siglo XXI en un planeta llamado "Tierra", miembros de una sociedad que a cada beso que daban, debían sentir preocupación y alerta. No era porque quisieran que fuera así, pero entre unos y otros tironeaban para nunca unir en lo práctico y terrenal esas ideas que en lo platónico fueron, van e irán de la mano: el amor y la paz.

Sí, era un poco raro ese mundo, pero cuando uno quería a alguien, tenía que hacer como si no lo hiciera, y de repente hacer como si sí, y como si no, y después otra vez demostrar todo su afecto. Entonces, el otro lo copiaba, quizás por venganza, tal vez por la idea de que era la forma en la que funcionaría o porque su propia psiquis histérica y confundida lo llevaba a accionar de esa manera.

Así fue como se ahogaron te quieros, te amos, besos y caricias, que quisieron ser entregados y nunca lo fueron "porque así funciona, ¿no?". Y las demostraciones que sí llegaban a destino lo hacían con miedo, con duda, con el terror de que del otro lado la perilla esté, sin motivo alguno (como siempre), en "off" y la respuesta sea negativa. Pero también podía ser de otra forma, y la contestación ser totalmente demostrativa, y ahí surgían momentos para el recuerdo, fogosos o simplemente tiernos, noches, tardes o mañanas, en la cama o en cualquier otro lado, con sexo o sin sexo, cuyo valor para ambos era tan potente que significaba el motor para en algún instante futuro arriesgarse a otro "te quiero".

Era divertido, pueden llegar a decir algunos, sí, quizás generaba cierta adrenalina. Pero lejos estaba de la imagen del amor ligada a la tranquilidad, la armonía, la quietud. Algunos decían que era mejor que fuera así, que la calma era muy aburrida, y que los pocos que lograron un vínculo con ella, no duraron demasiado o se encargaron de padecerla. Sin embargo, para la mayoría, allá a lo lejos, bien cerca del sol, se encontraba su ideal del amar, cual utopía, buscando ser alcanzado. Y, en el camino, algunos por resignación y otros por su propio genio, iban que sí, que no, que te beso, que me voy, que te quiero, que ya no, que te amaba, que no soy bueno para vos, que no estoy segura, que soy un cagón, que dale sé mi novio, que no quiero, que quiero pero no me animo, que sí!, que dejame pensarlo, que te amo, que quiero estar con vos pero estoy jugando a los sims después vemos que se me está muriendo el chabón, bla..........

Pero bueno, así funciona, ¿no?

4.2.13

Una hermana muy hermosa

 Nunca tuve esta sensación tan latente. Es como si este año pudiera pasar cualquier cosa. Antes, lo que iba a ser de los 12 meses que van de enero a diciembre, estaba fijado desde el vamos, desde el día 1, o quizás incluso desde el año anterior o el día en que me metí (o metieron) en el sistema. O sea hace mucho. Pero ahora es distinto.

No sé bien si en 2012 tuve la misma impresión, lo que estoy segura es que no fui consciente de ella, porque sino hoy no estaría sorprendida de lo que siento. Tengo que aceptar que me gusta. Me siento positivamente a la deriva. Con miles de posibilidades y oportunidades. Con muchos caminos para elegir, y también con muchas formas de caminar cada uno de ellos. Y muchos ritmos, y disfraces, y bailes, y caras. Y no tengo ninguna idea de lo que va a pasar, ni de cómo voy a bailar, ni qué cara voy a poner, ni de qué me voy a disfrazar, ni si voy a correr o caminar, o si me voy a quedar tomando un mate al costado del camino. O un fernet. O una birra. O agua. O jugando a los Sims. O bailando. O besando. 

Creo que a todo esto se le llama libertad. Igual:

Nadie es libre, eso ya lo sé. Hasta los pájaros están condenados al cielo.