porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

27.3.10

Mr. Miedo arrives

Anoche era una más de risas, anécdotas, bailes ridículos y otros no tanto, gente indeseable y gente excesivamente deseable, hasta que pasó. Hasta que salimos, con mi mejor mejor amigo Nacho y un pendejo cruzó y nos pidió las papas fritas. Nacho se las dio. Nos pidió dos pesos. Nacho se los dio. Y, la tercera es la vencida, me dijo el tan esperado pero hasta entonces nunca vivido por mí "dame todo".

A todo ésto otros dos estaban encima de Nacho apurándolo de una manera peor que a mí, amenazándolo con tener un arma que tanto ellos, como Nacho, como yo sabíamos que no tenía. Le di mi celular que lo tenía en la mano. Puedo rescatar algo gracioso. Cuando agarró mi tan viejo y roto celular, se le cayó la tapa y la batería al piso. En el momento no me reí, pero ahora lo recuerdo y pienso que por la mente de este gran hijo de puta pudo haber pasado un "mirá lo que me vengo a robar", un celular que nuevo gracias sale cien pesos y encima esta todo roto. Ojalá no le sirva para nada.

Mientras me sacaba el celular, yo balbuceaba. Hablaba, le decía que me deje el chip o no sé qué cosa más. Después me dijo "plata, plata, dale", de una manera que me asquea recordar. Le di veinte pesos, no tenía más, y se fueron. Seguimos caminando con Nacho. No podíamos creer lo que nos había pasado.

Fuimos a buscar a un policía, porque estos pibes seguían ahí, pero cuando fuimos con el buen señor trabajador de la justicia justamente los que nos robaron se habían ido. Y con nuestras cosas, por supuesto. Pero fue vivir algo bastante raro, que el policía palpe a los que quedaban ahí, que me miren con esa cara de "me estás acusando", que yo me haya estado sintiendo siendo la mala de la película cuando acababan de sacarme algo que era mío sin ningún derecho.

Obvio nada apareció. Después cuando le conté a papá esa parte me confirmó que fue en vano. Pero yo soy de esas que no les gusta perder la esperanza, de esas que tiene que sentir que por lo menos hizo algo para revertir la situación o para cambiar un poco las cosas.

Me enteré que el policía que nos fue a acompañar lo hizo de buena onda y pura bondad porque esa no es su zona, que a él no le corresponde. "¿A quién?", le dije. "Es zona liberada". Me llené de bronca y empecé a hablar rápido y a quejarme. Todo puede resumirse en que le dije que no puede ser así, que si se sabe que se roba mucho las 24 hs. del día y que siempre son los mismos pendejos de mierda, no haya nadie. Básicamente es una invitación a decir que roben ahí, que no va a pasar nada porque nadie controla.

Cuando cuento lo sucedido recuerdo la impunidad con la que este pibe me decía "dame todo". La recuerdo y me da bronca. Me da bronca pensar que tengo que dar algo que tengo por esfuerzo (por ahora no el mío, si no el de mis padres, pero el día de mañana sí), algo que es simplemente mío y no tengo por qué darle a otro.

Yo era de esas bastante tolerantes a la hora de hablar de los ladrones, que tal vez lo hacen por necesidad, etc. Y cuando me acerqué a donde estaban los amigos de los que nos robaron con el policía, lo confirmé. Dormían en colchones en el medio de una de esas plazoletas de 9 de Julio. Sin embargo ya no me da pena. O, mejor dicho, se me cruza la sensación de bronca extrema con lástima.

No los justifico y nunca más voy a justificar a chorros. Porque vino, nos pidió papas fritas y se las dimos. De buena fé o por miedo, pero lo hicimos. Pidió dos pesos y se los dimos. Alguien así no merece ser comprendido. O tal vez lo merece desde algún extraño puntos de vista, pero mis escasos quince y la bronca que me llena el alma, el cerebro, cada extremo del cuerpo; no me deja comprender nada más que que quiero lo que es mío. Que no es mucho pedir, ¿no?

No quiero vivir en este mundo ni en esta ciudad. Mamá y papá me piden que viva con miedo, y no puedo enojarme con ellos, porque es la sociedad la que lo pide. Son nuestros gobernantes los que no hacen nada por que estemos más seguros, que liberan las zonas en las que más roban cuando tendría que ser al revés.

Gobernar a un país con miedo es más fácil. Es como dar de comer a unos perros con hambre. Agarran cualquier cosa. Tal vez Cristina, por el gobierno nacional, y Macri, por CABA, sean muchísimo más inteligentes que todos los que sufrimos. Seguramente lo sean, porque los que tienen catorce celulares de todos los tamaños y colores; y millones y millones de pesos en su bolsillo son ellos, y la que ahora tiene un celular de $100 roto y viejo menos, y 20$ que le faltan en el bolsillo, soy yo.

¿Querían miedo? miedo llegó.

22.3.10

Solo en sueños... ¿?

Hace un par de noches tuve un sueño muy raro, nada conciso, el cual recuerdo de manera borrosa. Inclusive no recordaba haberlo soñado hasta que en una obra de teatro una de las protagonistas sacó un arma. Soñé que me apuntaban con un arma, después de negarme a que me roben. Que después de un rato de estar tirada en el piso con la pistola en la cabeza, yo caía en la cuenta de que podía morirme en ese mismo momento, de que todo podía terminar, de que yo también podía morirme y seguramente iba a pasar en ese mismo instante. Le pedía al ladrón, asesino o quien fuera que por favor no me matara, y él me contestaba "¿y por qué no habría de matarte?".

Tuve miedo. Mucho miedo. Me puse a pensar que no soy inmortal y que tampoco soy inmune a robos y ese tipo de cosas, que las cosas "siempre les pasan a otros" hasta que nos pasan a nosotros. Ese sueño me despertó un poco. Me cuestioné qué pasaría si muriera mañana. Quiénes llorarían por mí, a quienes les daría igual, quienes sentirían que se sacan un peso de encima. Muchos, muchos, nadie. Soy una persona que no jode a nadie, no por ser súper buena si no porque, básicamente, soy insignificante. Me pregunté también qué recuerdos me vendrían a la mente en ese instante previo a morir que se dice, por el que todos pasan.

Mi niñez, mis mejores tiempos. Salidas, risas con amigos. Momentos en familia. Vacaciones. Clases. Llantos, gritos, frustraciones. Lo mejor y lo peor. Mientras escribo revivo momentos que nombro. Recién escribí y borré un ítem. Es uno de esos que todos considerarían parte de la lista pero yo no puedo. No puedo mentirme y decirme que los tuve. No puedo decir que triunfé en algo.

Como no me canso de repetir entrada por medio, la felicidad vive conmigo. Adentro de mí y se hace notar. En cada risa vomito felicidad, en cada charla alocada y hasta en cada lágrima. Sin embargo, mirando hacia atrás, no encuentro ningún suceso del que me encuentre realmente orgullosa. Nada conseguido me costó mucho, no porque lo haya logrado fácil si no porque en general me resigno antes de intentar, o a la hora y media de cansancio.

Me gusta decirme que es porque no me entusiasma lo suficiente, o también a veces me consuelo diciendo que "me estoy dedicando a disfrutar mi adolescencia", pero es bastante frustrante sentir que no dejás ninguna huella y que nada te deja huella a vos. Que no hay nada de lo que realmente no te arrepientas, que nunca te jugaste por algo y te salió bien (o que directamente nunca te la jugaste), que una de tus características principales es hacer sólo lo que es obligatorio y además divertirte; y que te tomás con risa aunque en realidad te angustia contestar "nada" cuando te preguntan "¿qué hacés de tu vida?".

Otra vez debería no hacerme problema y disfrutar, inclusive si no me pongo a pensar en ésto estoy perfecta, pero no puedo negar que está. No puedo negar que pasa tanto en la vida real como en mi cabeza, y si pasa en mi cabeza también pasa en este sitio de internet, que se caracteriza por ser tan mediocre como mi vida en sí y a los que muchos titulan "logros" para no hacerme sentir tan mal.

Tal vez un logro sea querer. Tal vez si me muriese mañana me sentiría orgullosa de haber dado tanto amor como pude, de haber intentado al menos vivir todas las emociones de la tierra y más.

18.3.10

Tener de amigos a mis hermanos

Hoy es el cumple de Lu. A partir de hoy, cuando le pregunten cuántos años tiene, en vez de responder trece, va a decir catorce. Y hoy, también, me doy cuenta que no es chiquita, que cuando hable de ella con otros ya no corresponde que diga mi hermanita, que creció, que yo a los catorce me creía hiper grande y ahora es ella la que nos transita. Un día le conté a mamá esto que me da vueltas por la cabeza siempre. Esto que hace mi relación con Luci tan especial. Ni mejor ni peor que la que tengo con Cami. Distinta simplemente. Mamá me dijo que no tenía que tener esa presión, sin embargo no es una presión, es un gusto, una responsabilidad hermosa; la responsabilidad más bella y placentera.

Estoy hablando de eso tan lindo de sentir que tengo que caminar con Luci. No arrastrarla, no indicarle el camino. Si no acompañarla. Que ella pueda confiar en mí ante cualquier inquietud, ya sea la más importante y profunda o la más boba de todas. Que sepa que yo voy a avisarle de cualquier pozo en el camino, y que si decide seguir caminando, voy a apoyarla de todas maneras. Y voy a levantarla cuando caiga, y que mucho antes de criticarle la mala elección voy a darle un abrazo y preguntarle cómo está.


No voy a prohibirle caer, porque yo aprendí cayendo. Pero voy a hacerle más fácil todo. Voy a hacer todo porque sufra menos lo que yo sufrí, voy a ayudarle a conseguir lo que a mí mucho me costó, voy a acompañarla a cada paso, pero siempre sin asfixiarla. Creo que ya lo vengo haciendo. Disimuladamente, a escondidas, en silencio. Tampoco me olvido de mis deberes de hermana. La peleo, me enojo, la odio, quiero que se vaya de casa, del cuarto, del mundo. Pero no dura mucho. Un rato después nos arreglamos, se va el enojo, la quiero, quiero que vuelva a casa, a la habitación, al mundo.

El punto es que hoy, 18 de marzo, cumple catorce años. Hoy es un año más de que la conozco, un año más de que llegó al mundo de una manera veloz, inesperada, casi catastrófica, pero finalmente, feliz. Una madrugada hace catorce años mamá nos dejaba solas en casa a mí y a Cami cuidadas por las vecinas porque se tenía que ir de urgencia a la clínica a que Lu viniera al mundo. No se lo reprocho, porque también hace catorce años se iluminó mi ya iluminada vida de por sí.

Feliz cumple Lu. Lu, lucita lucesita, pedacito de estrellita. Luci en el cielo con diamantes. Lucy in the sky with diamonds. Te amo, nunca me dejes vos a mí. Creo que quedó a claro que voy a estar al lado tuyo (para tu gusto o tal vez no) mientras viva.

16.3.10

Para mí Dios es mi viejo

No sé qué me lleva hoy a poner ese título y a escribir lo que quiero escribir. No pasó nada nuevo, ni una pelea, ni un abrazo, ni una conversación, ni un lindo recuerdo. Nada nuevo, todo lo viejo, lo de siempre. Esa sensación de conformidad total con todo lo que me da y me dio.

Papá es con la persona con la que más me peleo. Puedo discutir muchísimo con otras personas también, pero la bronca que me llena después de discutir con papá es insoportable, asfixiante; me ahoga. Pero pasa la noche y al otro día todo está bien. Situación de la que siempre me quejo porque "después todo se vuelve a dar, no solucionamos nada", pero a la vez, agradezco.

Agradezco que al otro día cuando llega me salude dulcemente con su "hola, Natu", y me de un abrazo y unos besos. Generalmente trato de seguir enojada, trato de hacerme valer (así me gusta llamarle), aunque la bronca ya se me haya ido. Pero no puedo negarme a su dulzura, a su cariño lleno de cansancio después de todo un día de trabajo. Lo único que quiero es que ese rato en casa él esté bien, lleno, feliz. Ésto no quita que un rato después no estemos discutiendo. Supongo que así es la relación padre-hijo por definición, o al menos la nuestra.

Papá es divertido. Es moderno dentro de todo, entiende la movida y me banca. Le gusta que salga, le gusta verme bien. Es feliz viéndome feliz. "Tu alegría es mi alegría" me dijo una vez. Son esas cosas que no me olvido, que las guardo en el alma, a pesar de que ese mensaje de texto lo tengo bloqueado para que no se borre nunca.

Además de todo, papá es correcto. Le gusta hacer las cosas bien, de manera adecuada. Nada de hacer cosas por la mitad, nada de inmoralidades. Todo lo piensa mil veces, analiza, trata de que nadie salga perjudicado. Miles de veces discutimos por eso, porque le cuesta tanto tomar decisiones y etcétera. Sin embargo, creo que está más cerca de ser una virtud que un defecto. Es muy buena persona, la bondad se le escapa por los poros de la piel.


También es poco demostrativo. Se muestra como una roca y podría casi jurar que es más sensible que yo. Los sentimientos generalmente los expresa por celular, msn o facebook; y muy de vez en cuando. Pero eso lleva a que cuando se le escapa un "te quiero mucho", se me empañen los ojos y sea casi incontenible.

Todo lo que hace día a día, el trabajo, los esfuerzos, el sacrificio; estoy segura que todo eso lo hace por mis hermanas y por mí. No hace demasiadas cosas por él, se pasa el día trabajando, llega a casa tarde, come, se va a dormir y otra vez a trabajar. Por eso le creo que mi alegría es su alegría. Por eso tengo tanto para agradecerle, tanto que nunca voy a poder devolverle por más que lo intente con todas mis fuerzas.

Tengo el mejor papá de la tierra y no lo cambiaría por nada del mundo, sin embargo a veces creo que no lo aprovecho. Ya fueron varias las veces que me cuestioné eso. Que además de ser una persona interesante, reflexiva, es bueno, me cuida, me quiere; es mi papá. Quien me acompañó mis quince años de vida y los hizo dulces y llenos de felicidad, quien me quiere ver bien más que nadie en este mundo junto con mamá.

Pa. Te quiero tanto que no alcanzan palabras y te agradezco todo lo que me diste, no me alcanza la vida para devolvértelo.

10.3.10

Colegio, te extrañaba pero ya estoy bien, gracias!

No me acordaba. No me acordaba lo que era despertarme a las 6:45 y pretender estar de buen humor; tampoco me acordaba cómo se sentía comer media manzana a esa hora de la mañana. Tenía nublado eso de esperar el colectivo en esa calle que por más que esté soleado, siempre es oscura. No me acordaba de cómo me miraba el colectivero cuando decía "uno con veinte, por favor", ni tampoco de las caras de dormidos de todos esos aburridos. Se me había borrado de la mente lo que era caminar dos cuadras de la parada del 34 al colegio, y tampoco me acordaba cómo se escuchaba el timbre, las ganas de mirar el reloj y que diga 9:05, 10:40 o 12:10. Benditos sean esos recreos, esos pasillos que habrán vividos miles de historias, esas aulas que se aburren con clases súper monótonas y también se divierten con nuestros gritos, risas y chistes.

Ahora me acuerdo. Me acuerdo y ya me basta para tener un tiempito más de vacaciones y volver a tener otro primer día de clases. Porque, por más que tengo compañeros (y amigos, realmente amigos) muy divertidos y la paso bárbaro, también está la parte de los profesores que te exigen, de los que te tratan mal, de los soberbios que nunca te van a dar la razón. Además el colegio cada vez se plaga más de pendejos. Siento que fue ayer que era la más chica y había más chicos para mirar que población en China, y de repente estoy en cuarto, a más de la mitad del colegio no los conozco. Pero es mi colegio. Mío, no de ellos.

De repente me siento ajena en ese lugar. Esos profesores nuevos que quieren meter miedo, esos que aparecieron de vuelta y te hicieron sentir bien pero sólo por un rato. Sí, supongo que será cuestión de un par de días. Como dijo Santi en geografía y después con Martu estuvimos repitiendo, "quedan 167 días..". ¿Contando sábados, domingos y feriados? Esa parte no pregunté. Temo la respuesta.

Pero prometo que soy feliz. Yendo al colegio, sufriendo gritos, bancándome cuartos de falta por llegar tarde del recreo, aceptando retos por hablar en clase. Porque, además de eso, también tengo momentos de oro que los guardo en la parte de "recuerdos inolvidables e irrepetibles". Y prometo que valen mucho, mucho más que lo otro.
(http://www.formspring.me/fueundesliz lo de siempre, just ask!)

6.3.10

Hogar, dulce hogar

No será perfecta, no estará tan decorada como me gustaría. No tendré un cuarto como el de las revistas, no estará ni un poquito ordenada. Pero es mi casa. El mundo puede estar viniéndose abajo, pero adentro de estas paredes, nada parece pasar realmente. En esta semana hiper angustiante que tuve, lo único que me animaba era saber que acá adentro, nada de todo lo otro era verdad. Es como si fuera una verdad paralela, como si acá yo estuviera a salvo de todo, y las cosas malas que pasan "allá afuera" acá no me movieran ni un pelo.

Supongo que ésto no me pasa sólo a mí. Que no es mi casa mágica, si no que cada uno siente su casa como algo especial. Adentro, somos inmortales, somos inmunes a cualquier enfermedad y a cualquier mal. No importa si estás peleado con el mundo, si nadie te quiere, si tenés un par de asesinos locos buscándote o si repetiste por décima vez. Estás en tu casa, en tu lugar, en tu terreno. Nada puede pasar.

Por eso, por más que las vacaciones están bárbaras, me di cuenta que extrañé esa sensación de sentirme intocable, de sentirme 100% a salvo. Como bien dije, es una sensación, ya que cualquier cosa puede pasarnos siempre. Pero bendita sea esa sensación ya que no se puede estar todo el tiempo temiendo morir, sufrir, equivocarse, etcétera.

Por más que estas cuatro paredes tal vez estén hartas de nuestros gritos, peleas, risas desaforadas, de irse a dormir tarde conmigo y levantarse temprano con papá, de verme saltar y correr cuando estoy de buen humor y llorar y gritar cuando el mundo se viene abajo; por más que se hayan cansado de todo eso, creo que algún cariño nos deben tener, porque apenas abro la puerta y piso el parqué del living, por única vez, me siento realmente resguardada de toda la mierda y todas las mierdas que me podrían afectar.

Pobre el Chavo, para sentirse realmente cuidado tenía que estar muy incómodo. http://formspring.me/fueundesliz

2.3.10

Febrero sin poder crecer

Una entrada a fines de enero se preguntaba eso mismo. El título era igual, sólo que alrededor tenía unos benditos signos de pregunta. Me dieron el beneficio de la duda. En ese entonces creí que iba a ser diferente a todos mis febreros, en los que siempre vuelvo a esa canción para decirme otra vez pasó febrero sin poder crecer. Pero creía que éste año iba a ser distinto. Si bien mi lista de "vivir a pleno" que se encuentra al final de la fila de cosas a la derecha se está extendiendo, va a un paso muy lento, y, la verdad, no creo haber vivido a pleno. Como siempre, no puedo desenchufar el cerebro de la vida. Es como que está a 100% las 24 hs., y así las máquinas se rompen, o no funcionan bien. Entonces no logro otras cosas, como avanzar, superarme, dejarme ser, dedicarme a simplemente ser feliz.

Febrero se fue como el agua se escurre entre los dedos de la mano. Intenté retenerlo para enriquecerme con él, pero cuando ya estaba acercándose a mis labios para saciar mi sed, mi calendario dice que estamos en marzo. Marzo es colegio, colegio es stress y cansancio, stress y cansancio son rutina y a mí la rutina termina por acabarme. Pero no voy a hacer planes sobre cómo va a ser mi año porque siempre me equivoco y termina sorprendiéndome.

No quiero decir ningún comentario típico, ni tampoco quiero parecer una vieja a quien se le pasó la vida y no hizo nada, pero no puedo entender el paso del tiempo. Es algo que no dejo de pensar y analizar, que trato de mirar por todos lados, pero no hay caso. Un mes parece mucho, dos meses parecen todavía más. Sin embargo fue ayer cuando estaba en la playa en gesell mirando fuegos artificiales, que papá me decía cosas hermosas, lloré de la felicidad y no paré de pensar "soy muy feliz". Pero no fue ayer. Tal vez sí para mi cerebro, pero para el tiempo verdadero fue hace como dos meses. Querida Nati, tal vez sea hora de que sepas que lo que importa es lo que pasa afuera, lo que dicen los relojes, la tele, el diario, etcétera. Que por más que es lindo creer que "no hay nada más real que lo que uno se imagina" no se puede vivir adentro de eso.

Quedan pocos granitos de arena en el reloj y se acaba lo tan fantástico a quien todos llaman vacaciones. Sí, tal vez esa es la causa de mi entrada bajón y no que el maldito febrero no me dejó nada más que un nuevo amor. Que no se dio ni se va a dar, encima.