porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

15.6.14

¿Por qué el mundial?

¿Qué tiene el mundial que genera lo que genera? ¿Es en todos los países que despierta lo que despierta en Argentina? ¿Es porque es fútbol y es el deporte con más peso en nuestro país? ¿Por qué no pasa lo mismo con otras copas internacionales? ¿Es por que el mundial es cada cuatro años? ¿En los Juegos Olímpicos se siente igual? También hay fútbol, pero creo que no. ¿O quizás no me estoy acordando bien, porque este tipo de pasiones solo se las reconoce y entiende cuando están transcurriendo? Después, tal vez, en los recuerdos, pierden intensidad. 

¿Tiene que ver con la fiesta que involucra el mundial? ¿Los Juegos Olímpicos también son un estallo, en ese sentido? Los veo como un poco más caretas, puede que no me acuerde bien bien. ¿Relaciono mucho este mundial con la fiesta porque es en Brasil "alegría nao tem fin" y lo generalizo al resto de los mundiales? ¿Mi vieja se va a poner a ver el partido nivel sentada en la mesa con la vista fija en la tele, o va a estar haciendo cosas de acá para allá mientras "mira"? ¿Y mi abuela? ¿Y tu vieja, y tu abuela, y tu hermana? 

¿Lo que nos significa "el mundial" tiene que ver con la mística que se armó alrededor, creada por el sentimiento, la publicidad y los hitos tipo "la mano de Dios"? Y si es así, si eso generó semejante cosa que se fue transmitiendo, ¿por qué tuvo el lugar de generarlo? En los Juegos Olímpicos de Atenas del 2004, Manu Ginobili metió un doble en el último segundo contra el favorito Serbia y Montenegro, con caída y emoción, que le dio la victoria a Agentina. Y aunque tuvo repercusión y capaz te clavé una que otra lagrimita, no llegó ni cerca a crear un bioma como el que genera el mundial.

¿Por qué el fútbol? ¿Por qué el mundial? ¿Por qué en Argentina? 

13.6.14

Alcohol

Como cuando tomás un poco de más y la vuelta en taxi se hace insoportable por ese esfuerzo casi sobrehumano de fijar la mirada en la senda peatonal, la esquina, el quiosco, la estación de servicio, el semáforo; todo para no marearte. Pero esta vez es con otra cosa: te empeñás en detener los ojos en lo negativo, en el motivo del chau, porque escabiaste recuerdos de más. Y marearte te puede llevar a hacer una (otra) llamada pelotuda.

Te sale más o menos bien, apagás la música que es la barra de los recuerdos porque ya estás demasiado ebria de él. O de tu memoria de él, que definitivamente es mucho mejor y mucho peor que él en sí mismo: de repente los momentos llanos se vuelven de película y color rosa; y los de mierda, mucho peor (de alguna manera hay que justificar la distancia, sino la culpa ahoga y el alma explota de angustia).

Seguís en el taxi, al fin y al cabo vas para tu casa, donde el mundo cobra sentido, donde te das cuenta que tomes lo que tomes, fernet con coca o fernet con recuerdos, todo sigue siempre igual. Elegís cerrar los ojos, pero te das cuenta que mejor no: así te mareás más y capaz que vomitás. Y vomitar recuerdos es quedarse vacío... Y aunque te perturbe tener todo eso adentro, siempre lo supiste: no tener nada es mucho peor.