porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

28.2.12

Caricias tatuadas

Nunca me acariciaron tanto. Los besos fueron caricias, las miradas, las palabras, y más besos y más miradas. Como si cada célula de mi cuerpo quisiera levantarse e irse con esas manos que con seguridad me hacen sentir contenida, entendida. Sí, bien sé que no me entienden, yo tampoco me entiendo, pero por un instante nos estamos entendiendo, no en lenguaje de palabras, si no con las manos, la boca, los ojos.

Esas huellas me quedan en la piel como un tatuaje, sin tinta, sin dolor, pero no se van. Esta vez no hacen falta agujas para que nunca más se me vaya algo del cuerpo. Queda. Cada vez que lo pienso, que lo vuelvo a sentir, que nos miramos y nos tocamos con los ojos.

Este texto no es más que un vano intento de traducir ese lenguaje. Nunca voy a poder. En realidad sólo son caricias. Las caricias más lindas del mundo.

15.2.12

Periodismo multicolor

Ya estoy podrida de escuchar pegarle a los medios, de tildarlos de amarillos, o acusar de manera generalizada que sólo se manejan por sus intereses y conveniencia. Ya ni siquiera lo oigo de algún medio o periodista particular, si no que dicen “los medios…” o “el periodismo..”. 

La ley del mercado, como asegura Smith, consiste en un equilibrio entre la oferta y la demanda. Sin una, la otra desaparece o se modifica. La sociedad, tanto con su conducta como con su consumo, pide a gritos aquello que luego se da vuelta y critica. Es cierto que hay cosas para señalar. Muchas. Pero yo hoy voy a decir que confío en un periodismo ni amarillo ni oscuro, si no un periodismo multicolor.

No todo es blanco, negro o amarillo. Hay blancos, hay negros, y hay muchos amarillos. Pero hay mil colores más. De todos los tonos. Y también hay muchos colores por surgir. 

Yo creo que si todos ponemos un poco de confianza, si dejamos de generalizar, si aprendemos a distinguir y si no nos quedamos con lo primero que nos venden y vamos más allá, capaz algún día el que dice “yo no miro televisión” no quede como un ser interesante y culto. A eso apunta el periodismo multicolor: a que el periodismo sea cultura.

10.2.12

La tapa de la muerte

Está trillado ya a esta altura decir que se olvidó cualquier tipo de respeto y consideración, por el hecho de que las marcas y empresas estén enceguecidas con vender, perdiendo de vista los principios que esperamos que todo el mundo tenga incorporados. Sin embargo, más allá de apuntar a Crónica con el dedo y acusar falta de respeto, entre otras cosas mucho peores, podemos entender fácilmente entre las primeras líneas de este artículo que las firmas están dispuestas a todo con tal de vender. ¿Y quién compra? ¿Quién genera que todo eso tan bizarro y fuera de los límites tenga tanto éxito? La sociedad, nosotros, todos.

No pasa simplemente por el hecho de comprar Crónica hoy. No creo que toda esa gente que leí y escuché quejándose de la terrible tapa de dicho diario, haya ido a comprarlo ni mucho menos. Tiene que ver con una conducta morbosa estandarizada, que le da el mensaje, en este caso a Crónica, de que algo así va a tener éxito. Y no se equivoca, porque el diario se está agotando.

Está claro que la mayoría repudia la terrible foto que se publicó de Jazmín de Grazia en la tapa del diario, sin embargo pocos son los que se quejan cuando Crónica se encarga de hacer cosas similares pero con personas no reconocidas en el medio. Cuando es así, la gente ríe, lo festeja, comenta. Otro claro ejemplo de lo morbosos que podemos llegar a ser, aparece en Policías en Acción. En muchas oportunidades se muestran cosas que son terribles y dolorosas, pero desde algún punto son mostradas con gracia, y así lo recibe el público. Es como un rebote. El medio dispara algo, el público lo recibe bien, vuelve al medio esa sensación y se siguen emitiendo cosas así. 

Esta vez decimos que "se pasó la línea" porque estamos hablando de alguien que no está más entre nosotros y era muy querido y conocido, sin embargo la línea está pasada desde hace mucho, y la culpa es de todos. Señalar a Crónica es fácil, pero señalar a otro gran responsable no lo es. Quizás porque nadie tiene cuarenta millones de dedos.