porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

28.10.08

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Siempre encuentro tréboles de cuatro hojas, me tocan boletos capicúa, sueño con patas de conejo, cruzo los dedos cuando quiero que algo pase, hago dedito con otra persona cuando se me sale una pestaña, pido un deseo cuando pasa una estrella fugaz, toco madera cada vez que lo recuerdo, me levanto con el pie derecho, cuido que no se me caiga la sal, esquivo a los gatos negros, evito totalmente los paraguas (aunque sea fuera de una casa), y tengo los espejos entre algodones para que no se rompan. Pero nada pasa, nada cambia, todo sigue igual: SOY INMUNE A LA SUERTE.

20.10.08

Caminar esas cuadras es una ley para mí. Aunque cada vez que las emprendo, es inevitable pensar y bajonearme por todo lo que me falta. Pero, después de tanto practicarlo, me di cuenta que es un mal necesario. Que esas nueve cuadras diarias significan esos dieciséis minutos de reflexión y libertad. Son dieciséis minutos de pensar sobre lo que mi cabeza se niega a considerar el resto del día. Dieciséis minutos de mirar y estar dispuesta a aceptar cualquier cosa que se cruce ante mis ojos. Dieciséis minutos de escuchar desde el pájaro que está en la cumbre del árbol más alto de todo mi barrio, hasta la respiración del anciano que está sentado en la silla de ruedas de la cuadra de enfrente. Dieciséis minutos de un paso extraño.

Nunca puedo darme cuenta a qué velocidad voy. Por un lado, elijo ir bien rápido, la ansiedad me supera, como siempre. Por el otro, esos dieciséis minutos son, sin duda, el mejor momento del día, y como me considero una persona normal, quiero que sea eterno. Así que simplemente me propongo caminarlos: dejarme llevar, relajarme, ser libre: lo que hace a esas nueve cuadras especiales y hasta necesarias para mí (es que todos necesitamos huir de la realidad, al menos por un rato).

7.10.08

8 de Octubre de 2006

Mañana se cumplen dos años de la tragedia que sufrió mi colegio cuando todavía no era mío. Un grupo de chicos y cordinadores fueron a Chaco con fines solidarios. Al regreso, el 8 de Octubre de 2006, un camión cuyo conductor estaba alcoholizado se metió en el camino del micro en el que volvían y también en el camino de su vida y de sus seres queridos. Murieron nueve chicos y una profesora. Diez almas inocentes. Diez almas que sólo querían ayudar y mejorar otras vidas, y parece que la vida como premio les dio la muerte. ¿Puede ser esto posible? En realidad, creo que ya no es un tema de Dios y la vida, y el destino, y que estaba escrito y esas cosas. Es un tema de CULPA. De esos conductores alcoholizados del camión, si se lo piensa rápidamente. ¿Pero de nuestro maldito sistema de seguridad? ¿De nuestro mal cumplimiento de las leyes de tránsito? Es muy fácil leer esto y decir "qué horror", pero más fácil es apagar la computadora, abrir el auto, subirse, y pasar cinco semáforos en rojo y excederse de la velocidad. Se empieza por cada cosa mínima (o no tanto) y eso sí: siempre por uno mismo.

Como homenaje para honrar las vidas de quienes nos dejaron, mañana se hace festival solidario en el Estadio Obras. Ésto también es con fines solidarios: nada mejor que honrarlos de la misma manera que ellos finalizaron su ciclo: ayudando.

Por último quiero resaltar que a pesar del gran movimiento de los padres y familiares de las víctimas, y otras movilizaciones, siguen muriendo miles de personas anualmente por accidentes en rutas. YA PARECE NO SABERSE MÁS CÓMO HACER PARA QUE ESTA CIFRA DISMINUYA O POR LO MENOS DEJE DE CRECER. Pero hay solución, lo que pasa es que estamos ante un gobierno irresponsable y que se lava las manos. Que no hace nada, que se queda sentado y hace oídos sordos. Niega las cosas, cambia las cifras, "todos los otros mienten".

Agh, así sí que no dan ganas de querer cambiar la realidad.

1.10.08

El rítmo de mi respiración cambió desde que hice todo lo que tenía a mi alcance para cumplir el sueño. No es que ahora lo sienta más posible: las ilusiones siguen en su ranking más bajo. Pero eso sí: la sensación de haberme quedado sentada con los brazos cruzados desapareció por completo. No hubiera podido haberlo soportado: Sólo intentarlo, basta para despreocuparme.