porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

23.3.13

Hazte fama

Es un problema matemático. El llanto del bebé del 4to 'B' sumado a los gritos de "la loca del 1ro 'A'" dan una madre maltratadora de su hijito. Así le dice el del 2do 'G', porque justo una tarde cuando trataba de dormir la siesta escuchó al infante llorando y a la mujer, irritada en un tono muy alto. En cambio, una noche, los del 4to 'F' estaban haciendo el amor y se vieron distraídos (en el acto sexual, porque al amor no se lo puede distraer) por la voz elevada de la mujer del 1ro 'A', que discutía con un hombre. Ellos lo escucharon mejor: ella le decía que iba a seguir tomando las pastillas, que era demasiado joven para tener hijos. Él, casi violentamente (y los del 4to 'F' juran haber oído golpes), le respondía que ahora era el momento. La parejita feliz, desde entonces, la llama "la maltratada". Pero ellos no se salvan. "La loca" o "la maltratada" del 1ro 'A', que muchas veces se fastidió por haber escuchado sus gemidos (un poco molesta de más porque en ellos se distinguía amor, ese que le faltaba a su pareja, hubieran jurado los del 4to 'F'), los llama "el viejo verde y la nena", porque una vez vio entrar a la inquilina (de unos 20) con un hombre mayor. El matrimonio anciano del 2°D sabe que no es así, porque ese "viejo verde" en realidad no era más que uno de ellos, que iba a cobrarle el alquiler a la joven. A ellos, los del 3ro 'A' los tienen como unos buenísimos abuelos, porque por la ventana, el llanto del bebé del 4to 'B' se superpuso con la vieja hablando sola dormida, de una manera interpretable como "dulce", y justo el bebé se calló; sin embargo, la del 1ro 'F' los recuerda como "los jovies ortivas que no me abren cuando me olvido la llave"; y el fisura del 1ro 'G', no sabe que existen, aunque varias veces los abuelos lo miraron con mala cara por sentirle olor a marihuana, aunque no supieran bien cuál es; pero Nacho nunca se dio cuenta (estaba re loco).

En realidad, nadie sabe nada de nadie. Suman apariencias y obtienen verdades subjetivas. Es que en verdad, nada tiene de matemático. Las percepciones de las personas sobre otras, a nivel sociedad, pero potenciado en el micromundo que representa un simple edificio, presentan respuestas infinitas, variadas y a veces, hasta opuestas.

Bueno, no sé qué me hago la socióloga, mejor me voy a lo de Nacho a mirar por la ventana y hacer cuentas equivocadas. Lo clave es siempre estar dispuesto a cambiar el resultado.

16.3.13

Fumatela

Lo miré desde en frente, él estaba en el balcón, atrás del cartel amarillo que decía "alquiler temporario". En mayúscula. Con un número de teléfono debajo. La casa era antigua, como la mayoría de esa zona; la calle que me separaba de aquel hombre, de esas angostas pero muy transitadas, con muchos colectivos y gente. El reloj marcaba algo así como las diez. Yo estaba sentada en un umbral, con frío, de ese frío desubicado de verano que no te deja ponerte guantes porque te sentís más colgado todavía que la temperatura.

Lo vi justo en el momento que se prendió el cigarrillo. Ahí me percaté de su presencia, de todas formas recién salía del departamento hacia el balcón. Entre pitada y pitada no pasaba más de un segundo. En realidad menos. Era instantáneo. Seca, exhalación, seca, exhalación, y así, literalmente sin hueco temporal entre acción y acción, sin siquiera detenerse a mirar para abajo, o a suspirar aire puro, o a toser, o a tragar saliva. 

Mi conocimiento de ese hombre duró no más de 30 segundos. Exactamente lo mismo que lo que le duró el cigarrillo, porque apenas lo terminó, lo tiró a la calle y entró nuevamente a su departamento. Quizás adentro estaba la novia sentada en el sillón y un test de embarazo reposando en el baño. Capaz que era solamente "la que me cogí anoche". O tal vez estaba jugando el club de sus amores un partido clave. O puede que simplemente fuera un fumador compulsivo obsesivo demasiado adicto que siempre fuma así. Qué se yo. Nunca lo voy a saber, probablemente nunca más lo vea. Y tampoco me preocupa demasiado.

Termina otro cuento que no es un cuento. Sin cierre, ilógico, de esas historias que decís "¿y entonces? ¿cuando viene el suceso?". No hay hecho. No siempre hay hecho. A veces, simplemente no pasa nada, y hay que mirar un poco, callarse la boca, y no esperar que suceda algo, sino dejar a la nada, ser. Porque de repente, sin que te dieras cuenta, y aunque sea solo por ese momento, la nada, es todo. Un efímero todo.

11.3.13

Lo infinito

La eternidad es una sensación. Es un ratito. O un rato. Pero efímero, perecedero, fugaz, pasajero. Lo encantador aparece cuando parte de ese experimentar se arraiga bien; cuando si a la memoria se le ocurre retornar a ese momento "eterno", la sensación de ausencia de final reaparece intacta. Regresa de otra forma: ya no es una eternidad temporal, sino una eternidad perceptiva, sensible, pasional.

Vení, dale. Seamos eternos un ratito.