porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

26.11.13

Hasta la próxima vez III

Como volver a ponerse la malla. En el invierno cambiaste, puede quedarte diferente; y además tampoco te acordás bien cómo te calzaba.

Lo ves de nuevo. En el invierno cambiaste, te faltó su abrazo y tuviste frío. No sabés bien en qué orden de causa-consecuencia. Pero estás otra vez ahí con él, y por un lado parece como si no hubiera pasado el tiempo; y por otro ya no te queda tan bien como antes. O como creías que te quedaba antes.

Lo bueno de la malla es que ella no puede cambiar, lo malo del amor es que complementarse es tan mágico que no sólo se necesita encontrar a esa persona en las 6000 millones que hay en el mundo (es más fácil ganar la lotería), sino que tiene que estar dispuesta a conocernos, y nosotros a esa persona, y saber mostrarnos como somos, y mantenernos así, en esa situación de enganche, de rompecabezas, de encastre. 

Quizás fue él, quizás yo, quizás nuestro alrededor, o tal vez solamente nos saturamos; pero ya no me queda bien como antes. No, no es cuestión de talle, es de textura y de color. Ahora lo siento muy gris y ya no me eriza la piel.

6 comentarios:

  1. Tan cierto, tan justo

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  2. Siempre justo lo que pensaba, puesto en palabras.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Es estadísticamente imposible que entre 6.000 millones de personas que habitan hoy el mundo, te encuentres con ese único individuo destinado.

    Lo mejor es disfrutar con los que están en el camino.

    De esa manera, de seguro, nos divertimos un poco más.

    Saludos

    J.

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  5. Anónimo21:35

    PAAAAA, escribis demasiado bien boluda! me encanta como todo concluye al final.

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Yo deslizo, tu deslizas, él desliza, ellos deslizan, nosotros deslizamos, vosotros deslizáis.