Todos conocemos la frase “el que busca, encuentra”. Indica dos cosas: por un lado, siempre va a haber algo en lo que hurguemos que no nos guste. O sea, elegir no buscar es aceptar que pasan cosas que no queremos, siempre que no pasen en nuestros ojos. Hacerse el maduro diciendo que uno no se mete donde no lo llaman y citando la ya dicha frase estamos involucrándonos, casi sin querer, en otro famoso dicho: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Y, para no perder el eje, estamos eligiendo ser el peor de todos los ciegos. Pero no importa, uno levanta la cabeza, se autoproclama “maduro”, y sigue contento con su vida, sin investigar en aquello que sabe que le va a dar una mala noticia.
Por otro lado, el dicho acerca de que quien se mete en lo que no le incumbe siempre va a descubrir algo desafortunado, sugiere que quien husmea en lo ajeno tiene un deseo inconsciente de encontrar algo. Puedo jurar leer las ganas en los ojos del que se metió en lo que no es suyo; esas ganas de encontrar algo, esa ansiedad, esa adrenalina que llega a su punto cúlmine cuando de repente lo supuestamente no querido, pero inconscientemente ansiado, se da a conocer.
Es entonces que empieza el revuelo interno, el quilombo en la cabeza, la calesita cerebral. Uno puede elegir hablar y plantear lo que pasa, o simplemente callarse y guardarse el sufrimiento para uno; quizás así, con el tiempo, pierda relevancia. También está la opción de si tener lo lamentablemente averiguado siempre presente o elegir borrarlo de la mente para así poder seguir con lo cotidiano, arrepintiéndose de meter la nariz donde no lo llamaron y eligiendo ser, ahora sí de forma totalmente consciente, el “peor ciego”.
Lo que sí, y no tengo dudas, es que a veces la incertidumbre, las dudas, el mambo en la cabeza, el asunto a resolver (pero sin resolver), genera cierto placer. Porque puede pasar un mes, o quizás una semana o un par de días y ya vas a estar explorando donde nadie te llamó y en realidad hay un cartel que sólo se lee con la spy pen que pide a gritos que VOS no te enteres de eso.
El problema, en realidad, es que Wally sea tan fácil de encontrar, parezca tan a la vista, esté vestido tan diferente al resto y evidencie como que más allá de lo que vos podés saber, hay mucho atrás que nunca te vas a enterar. Ahí sos un pobre ciego por destino, aunque hayas hecho todo por poder ver.
Lo que mucha gente no entiende —o no sabe disfrutar— es que al buscar encontrás muchas cosas más valiosas (y distintas, claro) de lo que buscabas inicialmente. Pero ellos prefieren el fracaso de no haber encontrado eso.
ResponderBorrarDejar de buscar es dejar de dejar que la vida te encuentre.
Definitivamente, te sigo! Que lindo blog, cuantas vivencias interesantes y atrapantes para leer! Un beso grosa ! =)
ResponderBorrarEs muy bueno. Me encantó, me parece que tiene cuerpo, y además cómo encarás las cosas, me gusta. Es muy arte improvisado pero de mucha calidad
ResponderBorrarExcelente, que buena parte de tu cabeza. Con palabras justas y a veces necesarias, me gusta esa escritura instantánea pero de buena calidad. Como una obra fugaz que es una obra maestra
ResponderBorrarmuy bueno, muy cierto
ResponderBorrarDe los mejores
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