porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

12.11.09

"Más de lo que mi cuerpo, mente y alma parecen poder soportar"

Falta poco y parece una eternidad. Lo deseo con toda mi alma, sin embargo, todos los julios consisten en anhelar los últimos días de clase. Sé que en otra línea temporal (ja!) estoy deseando con toda mi alma que sea noviembre, sentir ese calor inmenso en los pasillos del colegio, que el sol llene las aulas de luz y también de una calidez incomparable.

Ahora que me acuerdo, el colegio en julio es un asco. Oscuro, frío, sin vida. Sí, me gusta noviembre en el colegio. Pero, claro, como todo, siempre queriendo algo que está por venir. Nunca disfrutando el ahora. Ya ni me quejo porque es algo incambiable, es un defecto que va a perdurar generación tras generación. Pobres mis hijos, Pobres mis nietos, pobre de mí. Pobre de mí que estoy resignada a que la felicidad sea siempre una utopía inalcanzable, pobre de mí que ya acepté que en mi hoy nunca voy a estar cien porciento bien, porque siempre voy a estar esperando ese mañana. (De todas maneras, insisto en que esa utopía es la que nos hace seguir vivos. Imagínense que cuando seymour glass llegó a la felicidad extrema optó por el suicidio porque ya había logrado la experiencia que justifique su existencia. Yo prefiero ser como holden, perdida y buscando, toda la vida buscando. Ese es el sentido de mi vida, sin duda)

2 comentarios:

Yo deslizo, tu deslizas, él desliza, ellos deslizan, nosotros deslizamos, vosotros deslizáis.