porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

28.4.21

Cómo te llevarías con mi nuevo yo

Me pregunto cómo te llevarías con mi nuevo yo. Que ya no es tan nuevo, pero sí es muy yo. Ya no me pongo tan mal cuando alguien me putea desde otro auto sin motivo, y si llegara a tener algún toque con alguien, creo que podría pasarle los datos y todo ese show burocrático de los seguros, sin llorar ni llamar a mi papá. Cuando vuelvo de jugar al fútbol, no queda en casa ni un rastro del caucho que traigo en los botines. Soy ordenada ahora, ¿podés creer? Hasta tengo como un TOC con los platos. Apenas termino de comer, incluso todavía masticando el último bocado, tengo que ponerme a levantar la mesa. 

Me pregunto cómo te llevarías con mi nuevo yo. Fantaseo un rato imaginando encuentros y charlas. En casi todas vos te sorprendés de qué cambiada estoy. En casi todas yo me termino yendo como una diva, sin querer llenándote de perfume con el movimiento de mi pelo al irme. En casi ninguna me doy cuenta de que quizás al lado tuyo sólo existiría mi viejo yo. En casi ninguna me doy cuenta de que ese viejo yo no estaba tan mal para mí. 

Me pregunto cómo te llevarías con mi nuevo yo, fantaseo y me divierto hasta que de alguna forma todo se convierte en angustia. Me doy cuenta: ya es tarde. Y no sé si tu nuevo vos a mí me va a gustar, porque más bien me huele a que sos el mismo disfrazado de otra cosa. Y a mí ya no me gusta el de antes ni tampoco los disfraces.


Ya no me pregunto cómo te llevarías con mi nuevo yo, porque aunque se saque los botines en la cancha antes de volver a casa, no es tan distinto en realidad. Pero sí mucho más feliz. 

Ah, y ¿viste que te dije que cambié eso que odiabas de que me afecte cuando me bardean manejando? Bueno, sí, es verdad, ya no lloro. Ahora me pongo al lado, bajo la ventana y los puteo. No te gustaría, pero a mí sí. En eso sí es distinto mi nuevo yo: me gusta como soy y con eso me alcanza.