porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

26.1.21

Ghost, la sombra del gil

No parecés un pibe que le faltaron las cosas, pero igual me pregunto si de chiquito no tenías autitos o cocinitas. Como siempre, primero te salvo, como a todo el mundo. Te doy una chance más, quizás no sabés cómo manejarte, quizás algo te pasó, quizás estoy siendo egoísta. Te doy dos o tres, en realidad; y cada una es un grado más de malestar que voy a tener después cuando descubra que simplemente jugabas y que no te importé. Y ahí está el tema: no tenía que importarte yo por ser yo, porque no somos nada y no somos relevantes el uno para el otro. Tenía que importarte por ser Persona, porque abrimos una puertita y al menos yo a quien dejo entrar ya hasta por la tranquera del patio de adelante, por más superficial que sea, ya la registro y respeto. Vos evidentemente no. Sos de esas personas que sólo considera a sus cuatro amigos, los padres y la novia, si hay, y hasta ahí. "Mejor que me avivé a tiempo", me digo, pensando que por suerte no cruzaste la puerta de madera descubriendo además del jardín, mi living, mi cuarto, mi alma; pero igual me da bronca; porque ahora conocés mi jardincito de adelante y ni siquiera eso te merecés.

Y esto no es para vos, Lucas, ni para vos, Fede, ni para vos, Julián; que seguro alguna vez me lo hicieron. Esto es para todos los que llegan y se van como si todo fuera tan liviano para el resto como aparentemente es para ellos. Algunos pisamos fuerte o no pisamos. Y las pisadas ajenas nos atraviesan como si fueran firmes. Les pedimos que se vayan con sus pasitos suaves de ballet bien lejos y dejen de marcar gente al pedo y sin explicaciones, gracias.