porque no está mal que terminen las historias mientras haya historias que contar

22.10.20

Voldemort

Cuando te conocí, "Ramiro" no me generaba absolutamente nada. Me resultaba totalmente neutro: no tenía ningún amigo que se llamara así y no recordaba jamás haberme chapado a uno. Después me acordé de uno o dos. Tengo un historial largo, ¿cuál hay? Pero nunca me hubiera imaginado que algunos años después tu nombre se iba a manosear tanto para mí. En mi celular, pasaste de ser "Rami Facu", a ser "Amor", a ser "Ramiro", a no estar, a ser "ForroDelOrto", a no estar otra vez. En algún flash pelotudo de intento de amistad post corte volviste a ser "Rami" y fue tan raro, horrible y forzado, porque yo nunca te decía Rami; que obviamente se volvió a ir todo al carajo. Desde que nos separamos fue siempre así: o se iba todo al carajo o se estaba por ir. No había otra.

Me dolía tanto oír tu nombre.... porque enseguida viajaba a cuando lo escuchaba en un almuerzo familiar en el que me preguntaban por qué no habías venido, y yo respondía que estabas estudiando para un final. Sabiendo que te extrañaba, que te veía en un rato, que éramos para siempre. La palabra mágica era la misma: Ramiro. Pero significaba cosas tan distintas... quizás porque mi sensación era que no eras ese Ramiro, que ya eras otro. Y ahí la duda, de cuál era el real, si yo había estado ciega tres años o el de después estaba confundido. O tal vez los dos eran verdaderos, pero simplemente habías cambiado... 

Tanto me dolía nombrarte o escucharte, que agarré el consejo de mis amigas, que medio en chiste a veces le decían a sus exs al revés. Pero un al revés raro, estratégico: ni siquiera suena parecido, da la sensación de que se habla de otra persona. Tal cual como yo te sentía. Luli llamaba Ylrach a Charly; Pauli, Olbap a Pablo. Es hasta gracioso, y cuando te empecé a decir Orimar, descubrí que me sirvió. Orimar. Entonces en vez de querer llorar o sentir un escalofrío, me reía. Y ya no me llevaba a mi Ramiro, sino a otro tipo. Tal cual lo que percibía, o necesitaba percibir.

"No quiero convertirme en Voldemort", me pediste una vez. Ja, sí, también te dije así, obvio. "El que no debe ser nombrado" decían en Harry Potter. No era muy original, pero ¿a quién le importa serlo cuando se trata de llorar un poco menos? Tuve varios Voldemorts antes que vos, pero más de graciosa que de rota. El verdadero Tom Riddle eras vos. 

Entre risas, en algunos de esos baches de amistad exigida y dudosa en los que en mi celu eras "Rami", te conté lo de Orimar, con un poco de miedo de asociar ese nombre también a un vos que me generara cosas buenas. Pero los grises duran tan poco y terminan siendo tanto más horribles que el peor extremo, que no pasó. Me acuerdo que te reíste, y lo hice para eso además, para ver si te acordabas de mi versión luminosa y chispita. También me acuerdo que dijiste que no teníamos por qué odiarnos. Coincidí. Por primera vez me pareció que podía quererte de lejos, aceptar que que no hubiésemos funcionado no significaba que tuvieras que ser mi enemigo. Pero no, al final no me dejaste. Si no querías convertirte en mi Voldemort, ¿por qué parece que hiciste todo para que sí?

Con el tiempo, ya no hay apodos chistosos ni de película. Hasta puedo nombrar a alguien que se llame igual que vos y que no se me estruje algo en la panza. Lo que todavía no me queda claro es si es porque dejé de sentir cosas por vos o porque simplemente ya no siento nada. 

6.10.20

Morir de amor

Había pasado un día nomás de que me habían robado el alma, pero yo ya lo sentía una eternidad. Arrancaba ahí el momento de mi vida en el que más lento iba a pasar el tiempo. Yo lo medía en horas, como los médicos. Había mucho de eso: no voy a negar que más de una vez deseé que existiera una pastilla que reconstruyera el corazón o borrara recuerdos -o más bien personas- de la cabeza. En ese momento me chupaba un huevo el aprendizaje, la vida, la experiencia. Prefería que nada hubiera pasado. Prefería nunca haber amado tanto y ya. Lo que sentía era insostenible. Y encima, recién iban 30 horas. 

La gente que te quiere ya no sabe qué hacer para levantarte. Algunos te dicen que llores y otros te lo prohíben. Algunos te dicen que ya va a pasar y otros que no importa cuánto dure, que no hay tiempos en el desamor. Algunos no paran de escribirte y llamarte, y otros no te quieren molestar. Hay frases que se repiten, que cualquiera que estuvo destrozado por amor se cansó de oírlas, que por momentos las agarró, otros las desechó, otros las agradeció por compromiso, otros se hinchó las pelotas y mandó a todos a cagar. Que te merecés mucho más, que todo pasa por algo, que te permitas estar así, bla, bla, bla... Pero hubo una que a mí me resonó particularmente por lo bien que suena y lo inútil que es. 

"Nadie murió de amor". Me la dijo mamá, también un par de amigos y otros desconocidos. Lo primero que pensé al escucharla fue que entonces no podía ser tan tremendo mi mal. Pero al ratito nomás me di cuenta de que podía ser mucho peor, porque mi miedo no era morirme, yo ya sabía que no me iba a morir de eso. Mi miedo era vivir hecha mierda para siempre. Porque cuando estás roto, más que el dolor, el desamor, la tristeza y la soledad; lo que más angustia es la sensación de que no hay cura, de que nunca va a pasar. Es una enfermedad crónica que no te mata pero tampoco te deja ser feliz. Por eso dormía tanto. Porque era lo más parecido a no estar.

Todo esto e iban recién 31 horas. Mi pena recién empezaba. Después va cambiando la medida, muy de a poco... pasás a contar en días, en semanas, en meses..; hasta que un día te das cuenta de que dejaste de contar. Casi siempre ese mismo día también es cuando ya no te arrepentís ni te tomarías la pastillita del olvido, si existiera. Al tiempo estás diciendole inútilmente a algún amigo que todo pasa por algo y que se merece mucho más. Y a vos mismo también, eh. Las segundas penas nunca duelen tanto como las primeras. Y ahora además de saber que nadie murió de amor, también sabés que tampoco se puede vivir destrozado para siempre. "Siempre le encontrás la vuelta para ser feliz..."