Una hoja y una lapicera por jugador.
Algunos dibujan todas las líneas desde el principio, otros simplemente las
verticales, y las horizontales las van haciendo mientras avanza el partido.
Como título de cada columna: “letra”, “nombres”, “animales”, “colores”,
“cosas”, “comidas”, entre otros, y por último “puntos”. A veces se elimina
“cosas” por no ser precisa, y se suman algunas como “mundi”, que consiste en
países, calles, provincias, barrios, etc, o quizás unicamente “países”. Cada
vez que empieza, que suele ser en momentos en los que reina el aburrimiento, se
establecen las categorías con las que se va a jugar en esa oportunidad.
Uno de los jugadores, que pueden ser
de dos a infinitos, piensa el abecedario. Se puede comenzar diciendo “cero” en
voz alta y continuando en voz baja “uno, dos, tres, a, be, ce, de…” y el resto,
o empezando directamente con “A”, lo cual dificulta que pueda tocar esa letra,
salvo dando toda la vuelta al alfabeto y comenzando nuevamente. Otro
participante lo frena, y la letra en la que fue interrumpido será con la que
van a jugar esa mano.
Lo que debe hacerse es poner
palabras que comiencen con el caracter que salió sorteando, respetando la
consigna de cada columna. Con “A”, podría ser: Analía, Ardilla, Azul, Armario,
Arroz, Alemania. “Amor” no entra en ninguna columna, aunque algunos arriesgan a
ponerla en “cosas”, pero para qué, si es para conflicto.
El que completa primero todas las
categorías debe decir “basta”, “stop”, “basta para mí, basta para todos”, u otra
palabra que represente lo mismo. En ese momento todos cuentan los puntos,
columna por columna. Cinco, diez y veinte puntos son las distintas
posibilidades de sumar. Algunos conciben la alternativa de sumar quince,
mientras que otros se oponen fervientemente. Dilema si los hay, y conviene
aclararlo al principio: ¿la letra vale 5? Algunos aseguran que sí y
otros se horrorizan. Incluso existen los que ni siquiera hacen una primer
columna llamada “letra” porque les parece una pérdida de tiempo, de tinta, de
hoja, de energía. También existe un cuestionamiento acerca de si la palabra mal
escrita (no por la primera letra, sino por el resto) suma el puntaje de todos
modos.
Se repite el sorteo y así
sucesivamente. Hay letras con las que no se juega por difíciles, aunque el
criterio no es siempre el mismo. La Ñ se rechaza, la X y la Y generalmente
también. Sin embargo hay algunas dudosas. Los más cobardes se niegan a jugar
con la Z o con la O, mientras que los guerreros eligen continuar, aunque quizás
a mitad de camino, luego de mucho pensar, proponen cambiar de letra.
Existen quienes en comidas mandan
fruta, y en animales, animaladas; así como los que le buscan la quinta pata al
gato a la respuesta. El juego es sumamente subjetivo, ya que la ubicación de
las palabras en las columnas depende de un criterio que no es universal. No hay
juez, por lo que al finalizar cada mano se suelen dar debates y discusiones que
pueden durar de dos minutos a quince o veinte; ya habiendo perdido el eje de
para quién son los puntos, sino por una cuestión de llegar a un acuerdo o
imponer la lógica propia por sobre la del otro.
No hay un final claro. En general concluye cuando quienes están jugando se aburren; o
cuando la mayoría de las letras ya salieron y solo quedan “las imposibles”.
Aquí se suman los puntos logrados por cada letra. Algunos cuentan con la
cabeza, otros anotan y también hay quienes sacan el celular y utilizan su
calculadora. Los últimos suelen dudar del método de los primeros y “de onda”
les suman sus puntos, pero en realidad es para asegurarse de que no se agreguen
puntos que no les correspondan.
Hay tantas formas de jugar al
tutifruti como personas en el mundo. Tiene muchas reglas y versiones que
dependen de cómo lo aprendió cada uno. Como en el amor, cada uno lo lleva
adelante de una forma diferente, que varía según la experiencia del individuo.
Una relación de amor no tiene una
sola manera de surgir. Existen tantas, como vínculos posibles. Una amistad
anterior, una noche descontrolada, un empujón, una solicitud de amistad en
facebook. Como armar todo el cuadro del juego de antemano y forzar a que lo que
se está por escribir salga de un tamaño en particular, o ir trazando las líneas
horizontales a medida que avanza en juego, permitiendo que cada concepto se
redacte sin una estructura que lo acorrale. Como empezar diciendo “cero” o “A”.
Cuando el sentimiento frecuentemente
interpretado por un corazón estético (porque
el verdadero corazón humano es bastante feo, venoso y sangriento como
para representar algo culturalmente tan tenido en cuenta como grandioso) se
apodera de la voluntad de dos individuos, suelen aparecer diferecias en lo que
cada uno busca en la relación, que también va de la mano de la costumbre. Como
en el juego, en donde el que siempre jugó con “mundi” va a querer seguir
jugando así; los participantes de un vínculo tienden a pretender continuar con
las particularidades de sus relaciones anteriores. De manera inconsciente, se
encuentran buscando en la nueva relación lo que su pareja anterior les daba.
Esto es un grave error y no termina bien, porque todos juegan distinto.
Entonces alguien tiene que ceder. “Está bien, juguemos sin 'mundi'”.
Así también se terminan relaciones
de infinidad de formas, como en el tutifruti se dice “basta” o “stop” cuando se
completan todas las columnas de una letra. Uno se satisface, ya no necesita
pensar más nada, llenó todo lo que podía llenar en esa circunstancia y pone un
punto (y poco le importa la necesidad del otro, sobretodo a los adeptos al
“basta para mí, basta para todos”). Puede ser un mensaje de texto, un beso de despedida, una cachetada,
un portazo, una lágrima. Desde entonces no puede escribir nadie más. Se acabó
lo que se daba, al que estaba justo en la mitad de una palabra, lo agarra
desprevenido. A veces se permite terminar de escribir lo que estaba a medias,
otras no y el final es crudo y definitivo. Después de contar los puntos, se
puede continuar con otra mano o no. Depende del cansancio, del aburrimiento,
del balance que hace cada uno de lo que está obteniendo del juego.
También uno se pone un puntaje en el
amor, no en números, sino en palabras dichas a aquella persona cuando todo se
acabó. “Gracias por todo”, “perdoname”, “no te quiero ver nunca más”. Y
recibimos las del otro. Los puntajes son una mezcla del mérito de uno y del del
otro. Quizás yo fui creativa en el juego, pero si el otro también aportó lo
mismo, no pudimos sumar demasiado. O tal vez el contrincante no me dio tiempo a
mostrar todo lo que yo tenía para poner sobre la mesa.
Nunca falta el que se le anima a
algo que al final no puede llevar a cabo. “Con la Z no”, dice él; ella asegura
que hay muchas para poner, juegan igual, y a los minutos ella propone utilizar
otra letra. No todos se pueden hacer cargo de lo que prometen, aún cuando así
capaz entusiasmen a otro que no lo estaba. Puede pasar que él empiece a sentir
que con la Z sí se puede, que soñar podía no ser un sueño, pero ella se empieza
a arrepentir y ya no hay palabra que los salve.
El
tutifruti termina y nunca se habló la mayoría de las diferencias en la manera
de llevarlo a cabo. Se fueron adaptando, cada uno en circunstancias distintas
del juego, a las reglas del otro, o imponiendo las propias sin darse cuenta por
considerarlas universales. Al igual que en el amor, ante la duda de uno estar
haciendo las cosas de la manera incorrecta, se muestra sumiso frente a la
imposición del otro; cuando en realidad no existe una sola forma de hacer las
cosas, de besar, de hacer el amor, de tener una relación, de conquistar, de
permitir que el otro pague la cena. Quién gana, nadie lo recuerda. Sí quedan
presentes las discusiones, los intercambios de opinión, la polémica. Uno dice
“basta” y se termina, pero alcanza con un par de letras (de palabrerío) para
empezar otra vez. El final se da por cansancio, por aburrimiento, por la falta
de todas esas ganas que se tenían al comienzo. Sin embargo, días, semanas, o
quizás meses después, el tutifruti y el amor parecen tentar de vuelta. Pero a
veces basta con jugar un par de manos para darse cuenta de que es tan aburrido e insulso como resultó al final la última vez.
Años antes, quizás, hubiera
descreido de esta comparación, y hubiera relacionado al amor con una cuenta
matemática o una transformación química: A+B=C. Sin embargo, aprendí que está
interpelado por las palabras, por la interpretación, y principalmente por la
diversidad de reglas y maneras de comenzarlo, afrontarlo y terminarlo.
“Tutifruti”, una canción de Little Richard, nada habla del juego, sino de lo
que siente por Zoe y Daisy. Se puede
jugar de a más de dos, sí, pero suele ser bastante más conflictivo.
Sos demasiado genia. Te admiro y te envidio no tan sanamente!
ResponderBorrarexcelente! me encantó!
ResponderBorrarGenia
ResponderBorrarMuy bueno, interesante, y demasiado real.
ResponderBorrarSaludos.
Increíble
ResponderBorrarTenes una capacidad para escribir increible, si sacaras un libro definitivamemte lo leeria! Te admiro.
ResponderBorrarLa diversidad de "reglas", la casi infinita aleatoriedad de situaciones que se dan para empezar a jugarlo y las tantas mas que se dan en pleno acto, tan cliché y tan incierto al mismo tiempo es lo que lo hacen tan excitante.
ResponderBorrarUno es como escribe, eso nadie lo puede ocultar. Quizás sea lo que escribe o en realidad solo desee serlo. Seria estéril tratar de describirte pero creo que sos una persona muy interesante con una mente maravillosa.
Muy bueno, me hizo acordar mucho al estilo de Dolina; quizás en "La Decadencia de la Bolita".
ResponderBorrarMe parece una gran manera de explicar el amor, la relacion con otro. Voy a convivir con otra persona teniendo en cuenta el concepto del tutifruti... Ya que me hace falta adaptarme a "jugar con la z", a empezar con "0" en vez de con "a", a terminar cuando ninguno de los dos quiera seguir.... O sea, me hace falta adaptarme a las diferencias, a la forma de "jugar" de otro. Tengo que empezar a aceptar que cada uno fue educado de una forma diferente, que la vida le fue dando diferentes enseñanzas, diferentes formas de "jugar".
ResponderBorrarGracias por este hermoso texto.
Tenes una capacidad para escribir enorme, me encantaria leerte en algun libro... Pensalo!
"Quizás yo fui creativa en el juego, pero si el otro también aportó lo mismo, no pudimos sumar demasiado. O tal vez el contrincante no me dio tiempo a mostrar todo lo que yo tenía para poner sobre la mesa."
ResponderBorrarTal cual no lo podrías haber dicho mejor. Sinceramente me encanta leer y pero si me atrapa de entrada, sino paso y hasta ahora no hubo una publicación tuya que este dejando de leer por aburrirme de entrada.
Sos una genia, segui así !
Excelente, te felicito!
ResponderBorrarMe encanta como escribís :)
ResponderBorrarEscribís mal.
ResponderBorrarSimplemente extraordinario! Sos genial Nati
ResponderBorrarTe aplaudo de pie Natalia, tenes mucho talento espero que te vaya bien. Confio y creo que en un futuro con tus escrituras vas a ayudar a mucha gente que lo necesite
ResponderBorrarMuy buena comparacion nati. Excelente!
ResponderBorrarSos genial
ResponderBorrarSos una grosa
ResponderBorrarFlaca, sos lo mas, escribís muy bien y ademas de eso, decís las cosas tal cual son, tus pensamientos o lo que sea que te hagan escribir estas entradas son geniales. 👏👏
ResponderBorrarMientras lo leia sonreía y no podía parar de decir "cuanta razón" o " que genia", jamás se me hubiese ocurrido comparar al amor con el tutifruti pero son tal cual!! No paro de leer tu blog, te admiro y te empecé a seguir en todos lados, seguí asi, éxitos!!! Flor
ResponderBorrarES TREMENDO NATI!!!! ��������������
ResponderBorrarNati no se si está en tus planes o qué pero definitivamente tenés que escribir un libro, TENÉS. No sé si porque no terminé muchos libros o porque sos una genia total, pero escribís hermoso. Cada palabra y cada párrafo en el orden que va. El remate se siente desde el primer renglón. No aburrís nunca, porque cuando por ahí me empiezo a aburrir un poco y por compromiso sigo leyendo, encuentro, otra vez, el remate, una frase, una comparación tan acertada, una manera de usar las palabras que me hace pensar como alguien puede expresarse tan bien, como se puede ser tan exacto y tan justo con simples palabras. Mi falta de constancia para todo hace que no haya leído ni la mitad de tu blog, creo que solo leí tres entradas. Pero mirando, "ojeando" algunas, ya desde el título nos llamás (sin insistir pero irresistiblemente) a que te leamos .
ResponderBorrar¿20 años nada más? Sos joven pero GIGANTE Nati, seguí así porque vas a llegar más que lejos. Y no sé si tanto por que te hagas famosa o hagas historia -aunque ya lo seas, aunque la hagas- sino mas que nada, porque llegás, porque nos tocás y no con tus manos sino con palabras -que no es poco-, porque creo que harías razonar hasta al más "hueco" con todo lo que te propongas escribir porque podés hacer de lo que yo llamaría "el tutifruti se puede comparar con el amor" -aunque no se si antes de leer esto hubiera llegado a esta conclusión-, un texto enorme que con cada oración te toca y te llega más que cualquier otra boludez.
Sos mi gran gran ídola Nati, éxitos en todo, aunque no lo necesites.
sos increible nati, TE ADMIRO
ResponderBorrarIncreíble.
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