El clima era sumamente hostil. Nicolás sabía que la lastimaría y Belén, que sería lastimada. Ya se imaginaba a sí misma yéndose llorando, y él intentando frenarla con esos mimos de consuelo pero sin arrepentimiento alguno. Él siempre estaba dispuesto a pagar cualquier precio por hacer lo que quería, y más si el dinero era dolor ajeno.
Era una vez más de tantas. Ese living con luz demasiado blanca, afuera el cielo gris y lluvioso, frío en todos lados. El escenario típico de esos finales que no terminan nada. Porque no eran nada, nunca lo habían sido. Sí en las charlas de ella con amigas, en sus escritos en word, en sus tuits, en sus noches de desvelo. Pero nunca en Nicolás, y él jamás había tenido problema en que ella lo tuviera bien claro. "No somos nada, eh". Como quien dice "¿cargás SUBE?".
Fue entonces que la miró a los ojos y empezó a hablar. "Belu... No te va a gustar lo que te voy a decir, pero vos sabés, yo voy de frente", dijo, orgulloso de la frase final, que en realidad encubría un egoísta afán de lastimar a las personas sin escrúpulos. Nicolás no conocía la palabra "culpa", y hacía trending topic el "voy de frente". "Suena bien, pero se siente mal", había escrito Belén alguna vez.
Entonces ella lo miraba, ya con los ojos llorosos como por las dudas, toda chiquita (más allá de su metro y medio, estaba chiquita de voz, de fuerza, de amor propio). Callada y sin moverse, solo con los ojos, entregaba su roto y averiado corazón. Así, de antemano, antes de que Nicolás dijera algo significativo. Lo daba porque nadie cuida algo que ya está todo despedazado. Lo daba porque no conocía otra manera de mirarlo. Lo daba porque ya se lo había dado hace mucho. Lo daba porque ya no tenía opción.
Nicolás continuó: "...que para mí esto ya está, me cansé, me aburrí. Sos parte de mi pasado". Belén cambió la expresión de repente. Frunció el ceño e inclinó la cara para un costado. El otro, en consecuencia, hizo lo mismo. Esperaba pedidos de volver a pensarlo, lágrimas, tal vez gritos, una escapada rogando que él la buscara, otra cosa. Algo que siguiera mimando su ego. Pero nunca hubiera imaginado que ella lo miraría con esa cara, y menos que menos que después sonriera como lo hizo. Exhalando por la nariz, comprendiendo, aceptando, coincidiendo. Para más sorpresa, le dio un beso en la mejilla y se fue.
Al llegar a su casa, seguía con la misma sonrisa. Abrió un word en su computadora (un archivo nuevo) y escribió: "si soy parte de su pasado, soy parte de él. Fui. Soy. Y ahora que sé que soy, también sé que ya no quiero ser". Así fue como apretó la cruz de la esquina y cuando le preguntó si quería guardar los cambios ella eligió la opción no guardar.